La Cuerva de Garafía. Por Horacio Concepción García


La historia que vamos a narrar es la de una misteriosa mujer, Úrsula Rodríguez, apodada La Cuerva, la hija del Diablo, cuyos datos biográficos son escasos en verdad, pero sus vivencias sirvieron como inspiración para una serie de relatos sobre brujería que fueron publicados en la década de los años 60 del siglo XIX en el periódico El Time.

En Canarias existió una relación directa entre las enfermedades crónicas y la pobreza que desembocaba en la exclusión social y la marginalidad, teniendo su mayor repercusión con las epidemias periódicas que asolaron las islas durante los siglos XVI, XVII y XVIII, apareciendo asiduamente en este último, una nueva enfermedad que no era habitual en los periodos anteriores: la viruela, que figura entre las enfermedades más devastadoras que hayan existido en la historia de la humanidad. Desde de su aparición, esta enfermedad se hará habitual en la población del Antiguo Régimen, causando fuertes estragos, sobre todo entre la población infantil.(1) Según el célebre cronista Juan Bautista Lorenzo, cuando azotó la isla de La Palma entre el 17 de abril y 19 de junio de 1720, dejó un balance de 104 víctimas.(2)

Las deficiencias higiénicas favorecían el desarrollo de todo tipo de infecciones, junto con el escaso nivel de la medicina canaria y los exiguos recursos. La relación enfermedad-marginalidad no era siempre unidireccional, en ocasiones las enfermedades podían ser causantes de la pobreza de diversos grupos sociales, donde solo se hubiese visto afectado un miembro del mismo; las sequías, hambrunas y epidemias quedaron clavadas en la memoria del campesino palmero. Por su parte los que habían tenido viruelay habían sobrevivido, quedaban inmunizados para el resto de sus vidas, con profundas cicatrices en la piel, y a menudo ciegos y estériles.(3) Entre 1780 y 1787, tras unas epidemias generalizadas de viruelaen las islas, se practicó por primera vez la vacunación, singularproceso que comenzaba con: «Una pequeña intervención, extrayendo pus de las pústulas».(4)

Las epidemias siempre estaban asociadas a otro tipo de desdichas, como cuando en 1721 se produjo el agotamiento generalizado de las fuentes de La Palma, tras años de extrema sequía, llegando a provocar que los animales bebieran agua de las fuentes salobres, hambres y plagas de langosta se propagaban en estos aciagos tiempos por los pueblos de la isla.(5) Tal complicada era la situación en estos tiempos, que en 1720 solo se encontraban ocupadas 2 plazas de las 24 del oficio de Regidor, que por Reales Cédulas estaba dotado el cuerpo de Santa Cruz de La Palma.(6) Las enfermedades y la pérdida de la salud, suponía en muchos casos, la exclusión del ámbito social, y  un cúmulo de circunstancias que causaron un fenómeno de ansiedad y desesperación que desembocó en un incremento de la brujo manía; supersticiones que junto a una profunda religiosidad, estaban fuertemente enraizadas durante el siglo XVIII en núcleos rurales aislados como Garafía. En La Palma se cumplen todos los componentes del concepto acumulativo de brujería, así como del estereotipo de la bruja, siempre relacionados a episodios de crisis social, inseguridad y terrores colectivos, identificando a las brujas como fuente del mal que podría dar explicación a muchos sucesos.(7)

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EL TRIUNFO DE LA MUERTE 1562 (óleo del artista Pieter Brueghel, el Viejo)

La vida cotidiana de las campesinas palmeras en estos tiempos, se caracterizó por un papel secundario respecto al hombre en la sociedad, una posición que las abocó a una realidad de duros trabajos, represión y marginación, y a realizar todas las labores del ámbito doméstico, que era visto como exclusivo de lo femenino, dentro de un entramado socioeconómico donde la característica principal era la miseria. El papel de la mujer era esencial en la contribución a la economía familiar. Las mujeres trabajaban a pie de huerta al igual que lo hacía cualquier hombre: cultivaba papas y procedía a su recogida, cortaba y cargaba uvas hasta el lagar, cuidaba, podaba, recogía crustáceos, etc., así: «Los cronistas destacan en sus relatos la importante labor del colectivo femenino en el ámbito rural, una labor en la que la dureza era la nota distintiva».(8)

La desolación que dejó tras de sí en toda la isla la epidemia de viruelas de 1720, cual funesta guadaña penetró en Santo Domingo (Garafía). Al amanecer de un día de junio, a la puerta de una cueva yacía el cuerpo de una mujer cegado por tal enfermedad, y junto a ella una criatura de 18 meses, extremadamente delgada, cuyo rostro de color moreno oscuro, estaba contraído por el lloro y el hambre. Reinaba el silencio más profundo, los lamentos de la niña, que extendía sus manecitas hacia las de su madre eran solo acompañados por el fúnebre clamor de las campanas de la parroquia de Nuestra Señora de la Luz que tocaban a muerto. El alférez José Lorenzo de Paz, vecino del lugar, que pasó casualmente por aquel sitio, al oír los gritos de la niña, volvió la cabeza  acercándose un poco, pero al reconocerla se alejó estremecido murmurando: la niña negra, la hija del Diablo. Tras varias horas apareció la hermana de la difunta, quien también había perdido a su hijo por la enfermedad, sobrecogida por tal desgarrador cuadro, y en un principio quedó petrificada. Después de verter abundantes lágrimas, se arrodilló y besó el rostro del cadáver y recogió a la pobre criatura, apartándose de aquel sitio fatal.(9)

Úrsula Rodríguez, la niña negra, en 1729 contaba la edad de 10 años. Con su rostro surcado por las huellas de la viruela, envuelta por harapos y apoyada en un bordón de brezo, erraba de puerta en puerta por Santo Domingo mendigando una limosna. Algunas almas caritativas solían arrojarle un pedazo de pan de helecho, que la pobre mendiga comía con ansia, pero la mayoría de los parroquianos huían al verla acercarse, cerrando las puertas de sus moradas y lanzando maldiciones, aun tras los intentos realizados por el venerable beneficiado Miguel de Acosta, párroco de Garafía, por resolver tal situación. La niña negra, al verse tratada así, ardiendo de rabia se acercaba a la puerta que se  había cerrado, y gritaba con voz exaltada: « ¡Mujer, maldita seas, malditos tus hijos, malditos!». Del interior solía salir un grito de miedo y la mendiga se alejaba del lugar lanzando una carcajada. Así nació la leyenda de La Cuerva, personaje fuente de inspiración para la superchería popular, pieza antaño sin duda alguna, de las más subyugantes dentro del folklore insular.

Horacio Concepción García.

[Sociedad de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Canarias]

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1 SANTANA PÉREZ, Juan Manuel. «Enfermedad y marginalidad en Canarias durante el siglo XVIII y primer tercio del XIX». En: Boletín Millares Carlo, núm. 28. [Las Palmas de Gran Canaria]: Centro Asociado UNED, 2009, pp.195-217.

2 LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista (ca.1900). Noticias para la historia de La Palma. [La Laguna-Santa Cruz de La Palma]: Instituto de Estudios Canarios, Cabildo Insular de La Palma, 1975-2000, v. 1, p. 10.

3 www.nationalgeographic.es/ciencia/salud-y- cuepo-humano/viruela.

4 SANTANA PÉREZ, Juan Manuel. «Enfermedad y marginalidad en Canarias durante el siglo XVIII y primer tercio del XIX»… Op. cit., p. 206.

5 CONCEPCIÓN GARCÍA, Horacio. Historia de Barlovento. Trabajo en preparación.

ARBELO CURBELO, Antonio. Población de Canarias Siglos XV al XX y sus fenómenos demográficos sanitarios 1901-1981. [Las Palmas de Gran Canaria]: Fundación Mutua Guanarteme, 1990, p. 170.

6 LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista (ca.1900). Noticias para la historia de La Palma… Op. cit. v. 3, p. 90.

7 FAJARDO SPÍNOLA, Francisco. Hechicería y brujería en Canarias en la Edad Moderna. Las Palmas de Gran Canaria, 1992.

8 GONZÁLEZ PÉREZ, Teresa. «Las mujeres canarias en los siglos XVIII y XIX desde la perspectiva de los viajeros». EnUniversidad de La Laguna Revista Argentina de Sociología, v. 3, nº. 5, noviembre-diciembre. [Argentina]: Consejo de Profesionales en Sociología, 2005, pp. 38-60.

9 EL TIME. Periódico literario, de instrucciones e intereses materiales, año 2, nº 86. [Santa Cruz de La Palma]: 12 de marzo de 1865.


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