22 de noviembre de 2013.
La Revista Acorde.
Por Roberto Cabrera
Estábamos tan persuadidos de llevar a cabo un gran trabajo con la edición de la revista Acorde, de los músicos de la isla de La Palma, que aún no hemos salido de nuestro asombro al observar cómo se ha recortado este modesto presupuesto que coronaba este impulso cultural llegando a más de novecientas familias en la isla del corazón. Y ello a pesar de haber manejado el timón de la cultura en dicho territorio gentes tan proclives a facilitar este tipo de acciones.
La publicación lejos de reeditarse ha caído en un incomprensible olvido y no es otra la razón por la que deseamos mostrar nuestro apoyo para que esta obra artístico-musical tan necesaria, sea rehabilitada prontamente.
Reproducimos así un fragmento de nuestra última editorial que se continuaba con un interesante artículo que queremos ofrecer, dado que nos resulta del todo imprescindible, y más si se desea profundizar en el terreno de la música popular canaria, sus orígenes, funciones y difusión. Son ya un tanto lejanos los tiempos en que se publicara un trabajo etnomusicológico de mi creación bajo el rótulo de El Jazz en Canarias. Tuvo una muy buena acogida, es cierto, pero no es menos verdad que quedaba abierto a nuevos datos y que la crisis que padecemos produjo entre otros daños, que el doctorando estadounidense y gran amigo de los músicos isleños Mark Lomano tuviese que abandonar su tesis sobre el llamado por él: Jazz canario, cuando había recabado aquí y allá, materiales de una enorme valía. Aquí van estos textos con el objetivo de restañar el daño perpetrado por quienes desde la política no cuidaron que no se produjese este gravísimo atentado por un puñado de euros.
La Revista Acorde
Siempre que el lector accede al Editorial de un medio escrito, espera encontrar en él, algún detalle esclarecedor de la línea y rumbo de la publicación. También la justificación del sumario que se avecina en sucesivas páginas, y quizá un acompañamiento proyectivo de lo que se ha de desvelar en su trayecto. En nuestro Cuaderno de Acorde encontraremos por ello, un ejemplo claro de la función de las bandas de música en la conformación de la identidad de los pueblos. También en nuestra sección Los Artistas y La Isla, la posibilidad de analizar la poética de una mujer singular en la ilustración palmera: Leocricia Pestana y Fierro y su Quinta Verde en un texto del inolvidable Félix Duarte. Poesía y Música se abrazan como los Dragos Gemelos en nuestro apartado Mitos sin Música. El mágico árbol que centra el Jardín de las Delicias de El Bosco, abrirá al lector al mítico paisaje de Taburiente, en la pluma de Joaquín Rivero, para que más adelante los sonidos de la trompa nos lleven a una mística animista que desemboca en la urbe evanescente de las Músicas Lustrales.
El Encuentro Anual de Bandas, Sta. Cecilia, preceptivo para contrastar los mejores repertorios, junto a otros Encuentros Musicales que salpican la geografía insular. El descubrimiento de un isleño pionero clarinetista de dixieland: Alcides Nuñez “Yellow Nunez”, por Alberto Molina, junto al índice de eventos musicales de ayer y hoy que hacen de este número una muestra palpable del vuelco experimentado por Acorde, iluminando con la música el futuro.
Yellow Nuñez y el Dixieland
Por Alberto Molina
¿Sabías que el Dixieland Jazz tiene sus raíces en las islas Canarias? ¿No? ¡No me extraña, ni siquiera lo saben los Isleños o los canarios! ¡Qué afirmación tan atrevida! Pero cuando el río suena, agua lleva. Y este “agua” la encontré en un mar de informaciones:
Alcide “Yellow” Nuñez, mejor clarinetista del mundo, pionero del Jazz, miembro fundador de la Original Dixieland Jass Band (está documentado que ellos fueron los que acuñaron el término “Jazz” en 1918), escribió el Livery Stable Blues, que apareció en la primera grabación de un disco de Jazz en 1917, un éxito del que se vendieron un millón de copias! ¡Imagínate, en 1917 un sueño para cualquier artista! Y este Alcide “Yellow” Nuñez es un isleño de verdad con sangre canaria.
Este descubrimiento me obliga a interrumpir mi búsqueda por las coincidencias entre los años veinte y la actualidad para echar un ojo a este personaje. Pero empecemos desde el principio:
Como el país había pertenecido primero a España, luego a Francia y después a los Estados Unidos, Luisiana era a finales del siglo XIX una mezcolanza de gentes e idiomas. Los esclavos, negros y blancos, se comunicaban en los campos por un esquema de canto y ritmo, parecido al silbo gomero, que estaba apunto de desaparecer. El Jazz original surgió de los gritos y canciones de los trabajadores africanos (por cierto, África está a solo 100 kilómetros de Canarias) con sus canciones de cuna, los espirituales y el blues, sin olvidar la música europea, sobre todo la española con sus himnos, marchas y música popular y de danza, como por ejemplo el flamenco.
En estos tiempos los territorios al sur de la línea Mason-Dixon se denominaban “Dixieland”. A partir del siglo veinte este término simbolizaba el Jazz tradicional como lo tocaban y lo siguen tocando los blancos. “Dixie” viene – ¡es seguro!– de la época francesa para denominar los billetes de diez dólares que llevaban impresa la palabra “dix”, o sea diez en francés y se usaba popularmente en Nueva Orleáns.
Ya sabemos de donde viene “Dixieland”. ¿Pero la palabra “Jass”? Simplemente era una palabrota que se usaba en los barrios bajos, el término en sus orígenes tenía una connotación sexual parecida a la palabra “cachondo” o “joder”, sin ninguna relación con un estilo de música. La expresión “to jazz it up” quiere decir “poner cachondo” o “excitar” y antiguamente se usaba también para “acelerar” o “agitar”.
Los Louisiana Five son de interés hoy en día mayormente por la presencia de su clarinetista Alcide “Yellow” Nunez. Nunez nació en Nueva Orleáns. Inicialmente tocó la guitarra, pasando al clarinete en 1902, y en 1916 era miembro bajo contrato de la Stein’s Dixie Jass Band, una entre las primeras bandas blancas de dixieland que se aventuraron al norte, a Chicago. La banda más tarde cambiaría a Original Dixieland Jazz Band, bajo el liderazgo del cornetista Nick LaRocca. De acuerdo al escritor H.O. Brunn, fue la inestabilidad de Nunez debido a su alcoholismo, la causante que LaRocca lo despidiera el 31 de octubre de 1916, unas escasas semanas antes que la ODJB marcara un hito en la ciudad de Nueva York.
Nunez regresó a Nueva Orleáns, remplazado por Larry Shields, quien haría algo que Nunez nunca estuvo dispuesto a hacer, o posiblemente no quisiera hacerlo, que era hallar un lugar para el clarinete en el ensamble dixieland conducido por la corneta. Nunez formó otra banda y regresó al Vernon café de Chicago pero con poco éxito.
Cerca de un año después del éxito inicial de la Original Dixieland Jazz Band, Nunez de unió al baterista y empresario de Nueva Orleáns Anton Lada para formar los Louisiana Five. Unidos al grupo estaban el trombonista de Brooklyn Charlie Panelli, quien sería figura destacada en la escena dixieland de Nueva York durante comienzos de los veintes, donde actuaría por extensos periodos con la Original Memphis Five y la Original Indiana Five; el pianista Joe Cawley, y el banjoista Karl Berger. Empezando en diciembre de 1918, durante un año, grabaron más de 50 caras de varias composiciones originales para Emerson, Columbia, Edison, Okeh y aún una prueba, que no fue emitida, para Victor. Nunez estaba “modestamente etiquetado” como El Mayor Clarinetista de Jazz del Mundo, en la diferentes reuniones Gotham en las que tocaron.
Algunas de las grabaciones para Columbia de los Louisiana Five disfrutaron de modesto éxito, pero nunca rivalizaron con las ventas de la ODJB para Victor. Escasamente después de la caída de los Louisana Five, a comienzos de los veintes, Nunez realizó grabaciones asociado con Harry Yerkes, un pionero de grabaciones de Nueva York quien tocaba una variedad de instrumentos de percusión. En algunas de las grabaciones actuaba también el trombonista de Nueva Orleáns Tom Brown. Esa asociación parece Haber cesado ese mismo año. Anton Lada se fue a dirigir orquestas bailables y grabó para Emerson. Sus últimas grabaciones aparecen hechas en Los Ángeles en 1925 para el sello Sunset.
A mediados de los veintes Nunez tocó a lo largo de Texas y Oklahoma con su propio cuarteto. Se podría especular que la falta de éxito de Nunez provenía de su poco deseo de cambiar su estilo dejando la conducción a la corneta. Pero Nunez insospechadamente puede haber tenido alguna reivindicación cuando fue escuchado, de acuerdo a Charles Edward Smith, por el adolescente Pee Wee Russell en el Elks Club en Muskogee, Oklahoma. Se puede argumentar que el estilo de Russell, poco ortodoxo para el clarinete, podría haber derivado originalmente del testarudo veterano de Nueva Orleáns, con su clarinete en Do sistema Albert, que se rehusaba a dejar la conducción.
Aunque las aseveraciones de Smith están basadas en entrevistas personales con Russell, Robert Hilbert parece haber descartado mucho de esto en su biografía de Russell escrita en 1993. Nunez regresó a Nueva Orleáns en 1927, donde continuó trabajando con grupos locales y fue miembro de la banda policial. Nunez murió el 2 de setiembre de 1934, un hombre olvidado en los comienzos de la era del swing.
Algunas de las grabaciones de los Louisiana Five han sido re-emitidas como parte de una colección surtida, en la serie de 3 CDs., como Timeles Historical’s excellent From Ragtime to Jazz.
©Carlos Alberto Molina