Cata en Bodegas Teneguía. Foto Saúl Santos
Por Yolanda Yanes
El pasado 28 de septiembre tuvieron lugar, dentro de La Noche de los Volcanes, una serie de actividades entre las que se incluyó una cata muy especial de vinos a cargo de Bodegas Teneguía.
Si te gusta el vino tendrás muy claro que el suelo en el que se cultiva la materia prima que lo produce es fundamental, pero si nunca habías reparado en ello, esta ha sido una oportunidad inigualable para abundar en esta interesante cuestión. Carlos Lozano, enólogo de la bodega, junto a David Calvo, científico-vulcanólogo del ITER, desgranaron el binomio viña-volcán para hacernos comprender la importancia de esta relación, la impronta que el segundo imprime sobre la primera para que podamos luego disfrutar de unos vinos especiales, diferentes y, como siempre digo, únicos.
Partimos de una afirmación ya sorprendente: ¿Crees que un volcán se puede beber? Y pudimos comprobar que definitivamente si, que definitivamente Bodegas Teneguía es lo que es gracias a que desde que se introdujeron las variedades de vid existentes en Fuencaliente, éstas han estado en armonía con los volcanes. Han sido, como alguien comentó por allí “la pareja perfecta”. El suelo ha sido lo fundamental, puesto que las variedades pueden estar en otros sitios, en otros suelos, pero lo que va a diferenciarnos del resto es nuestro terroir, nuestro terruño. Ese suelo donde han nacido y donde permanecen hoy. La cantidad y variedad de sustancias que hay allí y que la planta puede extraer es única y no puede darse en ningún otro lugar. Eso es lo que lo hace esta relación tan interesante. En palabras de Carlos Lozano, “cuando una persona abre una botella de vino de Bodegas Teneguía, podemos decir que bebe el volcán. Está, además, bebiendo un paisaje, a su gente, un trabajo de mantenimiento de un patrimonio medioambiental inigualable”.
David Calvo, por su parte, se sorprendió de la riqueza que un suelo a priori yermo a la vista, un terreno negro, áspero y difícil, aporta a los vinos que produce. La cantidad de minerales y nutrientes que las profundas raíces de la planta puede extraer de esa negrura, de como guarda en su interior toda la humedad que puede robarle a los alisios, de como, en definitiva, sabe brindar al que la trabaja con cariño una materia prima que en ningún otro lugar es posible obtener.
El volcán da en Fuencaliente lo mejor que tiene. Algo único e irrepetible pues por ejemplo en Mazo, a solo 12 kilómetros, se comporta de manera diferente y aporta otras características a los vinos de allí. Esta diversidad en un sitio tan pequeño como La Palma es algo digno de los paladares más exigentes.
Si quieres abrir una botella de volcán, Lozano nos recomienda empezar por el Tinto Negramol “que marca muy bien el terroir, en más descarado en este sentido. Toques de tierra fuerte, dócil pero también agreste. Notas de humo y de tostado”, después, si te apetece algo más complejo, él apuesta por un malvasía envejecido “en el que la fruta se va apaciguando y aparecen esos tonos de volcán, de minerales que son fundamentales para entender el malvasía de Teneguía”.
Una visita a la bodega de la mano de Francisco Camacho, técnico de Bodegas Teneguía que sabe todos sus secretos y los tesoros que guarda, un compartir de experiencias reales con Juan José Santos, viticultor, y la frase más bonita que puede un Presidente, Pedro Pérez, dedicar a su bodega, a sus socios y a sus trabajadores: “Fuencaliente siempre ha sido un municipio que ha tenido que luchar duro por su futuro, luchar contra desastres naturales, contra viento, lluvia y duras condiciones de trabajo, pero cuando Dios creó el mundo, pasó por encima de Fuencaliente y se le cayó la malvasía”. Ya lo decíamos de hace tiempo… manjar de dioses…
Por cierto, si eres de los que perdió la oportunidad, no te preocupes, creo que la Bodega no puede más que repetir la experiencia después del interés que ha despertado… Salud!